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miércoles, 26 de septiembre de 2007

El Rincon de Pachi: "La Enseñanza en Archena"

Texto de Pachi Amorós, Archivera del Ayuntamiento de Archena.
El Rincón de Pachi es una sección dirigida por Pachi Amorós para el Alboroque Digital, en la que podemos acercarnos a hechos y momentos importantes de la historia de Archena.
La Europa católica al contrario que la protestante no necesitó nunca que sus feligreses supieran leer, no había necesidad de una interpretación personal de la Biblia sino que la comprensión y asimilación del mensaje de Cristo se hacía a través del púlpito, en la Iglesia, con la predicación del sacerdote. En realidad el campesino, el huertano en la sociedad del Antiguo Régimen e incluso en parte del siglo XIX no veía una gran ventaja en aprender a leer y escribir. Hasta esa época persistían dos culturas yuxtapuestas: una rural de transmisión oral y otra urbana, de tradición escrita y conectada con la evolución general del país.
La Ilustración y posteriormente el liberalismo intentó modificar esa situación, al tiempo que el desarrollo económico y el aumento de la burocracia demandaba un mayor nivel cultural. La Constitución española de 1812 dispuso la obligatoriedad de la 1ª enseñanza
En el pleno de 14 de diciembre de 1789, el ayuntamiento solicita del Comendador una ayuda para la ESCUELA. La respuesta es negativa por los muchos gastos que la Encomienda tiene en Archena y Calasparra. Pese a ello muy poco después, en 1791 ya había un maestro, Miguel Gallego que ese año y el siguiente al menos, escribió sendas cartas al concejo solicitando su implicación en la asistencia de los niños y lamentando que al ser esta tan escasa sus ingresos eran “magros ”por lo que debió abandonar pronto el puesto. El ayuntamiento, en sesión del 27 de junio de 1797 volvió a tratar el tema de la falta de maestro:
- "Se hizo presente las estrechas obligaciones en que se allan constituidos para que los niños tomen unos principios de religión qual les aga en la edad maior utiles y sin vicios a la sociedad...hallándose instruidos de las qualidades que concurren en don Antonio de Prado Aguilar Queipo de Llano que esta exerciendo este empleo en la villa de Molina unánimes y conformes le nombran maestro de primeras letras a quien se le satisfaran por esta villa los quatrocientos y cincuenta reales señalados por el concejo de sus propios pasandose oficio al señor Comendador o sus apoderados para que tambien se le entreguen los quinientos reales que le estan asignados y con que asista a los pobres miserables de limosna a los que no lo son lleve mensualmente lo siguiente-------------Los de cartilla Real y medio, los de letrear dos reales =los de corrido tres reales = los de escrivir quatro reales =los de contar cinco = y a los de gramática ocho reales."
En carta posterior el Comendador acepta hacerse cargo del pago de los quinientos reales.
Los maestros de primeras letras impartían las clases en su propia casa, careciendo casi completamente de material didáctico. Posteriormente pasan las escuelas a ocupar locales alquilados por el ayuntamiento que, desde luego no habían sido construidos con esa finalidad, por lo que según decían los propios contemporáneos: “no reunían ninguno de los requisitos que el Ministerio del ramo exige..” En 1859 la escuela estaba equipada con bancos con cuerpos de carpintería y tinteros para los niños que escribían y otros sueltos para los que no lo hacían (recordemos que era escuela unitaria), pizarras individuales para la aritmética, cien muestras para la escritura colocadas en cartón, unas impresas y otras hechas por el maestro, además carteles manuscritos colocados en la pared en los que se leen los principales deberes de los niños en la escuela, máximas morales, tablas de multiplicación, de pesas y medidas y del sistema métrico decimal. La implantación de este último se generalizó en 1852 a partir de una orden ministerial.
La preocupación por la falta de asistencia de los niños llevó al Ayuntamiento a fijar edicto estableciendo el mandato bajo apercibimiento de que en su defecto se procedería contra los padres. Ya en la posguerra el ayuntamiento de Archena fue objeto de un premio, por su celo en controlar la asistencia a las aulas.
Un Decreto de 1837 (período liberal) prohibía los azotes en las escuelas como “...contrarios al pudor, a la decencia y a la dignidad de los que son o nacen y se educan para ser hombres libres de la noble y heroica nación española”. La ley de Instrucción Pública configuró una organización rígidamente jerarquizada, en la que la competencia sobre las escuelas primarias recaía sobre los ayuntamientos, creándose una Junta Local de 1ª Enseñanza en cada uno de ellos. Pese a todas las medidas tomadas el analfabetismo continuaba afectando en 1880 a casi el 80% de la población de la provincia, la segunda más analfabeta de España.
En ese año de 1837 el maestro ganaba 1600 reales y la maestra de niñas (que ya había) 900. Quedaba totalmente justificado el aforismo de “pasar mas hambre que un maestro de escuela” puesto que estos salarios se cobraban tarde y mal en muchos casos, por la endémica falta de recursos municipales. Como se ha visto el escaso salario debía ser completado con las aportaciones de los niños que gozasen de buena situación económica, realmente pocos en Archena. Posteriormente los maestros eran nombrados por la universidad, primero la de Valencia y luego la de Murcia y se incrementó la discriminación salarial entre hombres y mujeres. Estos ganaban en 1906, 1.100 ptas anuales y las maestras 550.
El horario de clase era:
INVIERNO: De 8 a 11 de la mañana y de 2 a 5 de la tarde
VERANO : De 7 a 10 de la mañana y de 3 a 6 de la tarde.
Las vacaciones de Navidad eran incluso mas largas que ahora del 24 de diciembre al 10 de enero, las de Semana Santa del miércoles santo al martes de pascua de resurrección, pero no había vacaciones en verano. Salvo esos dos periodos las clases eran diarias salvo domingos y fiestas nacionales, que eran más numerosas que ahora. A los 10 años solía terminar la asistencia a la escuela.
Desde finales del siglo XIX se intentó conseguir un edificio autónomo para escuelas, algo que lamentablemente no se conseguiría hasta el mismo 1936,el añño en que se inició la guerra civil. Durante la misma las Escuelas tuvieron que compartir su espacio con la comandancia Militar y en el año cuarenta hubo que reconstruir el edifico para que volviese a su fin original. En La Algaida funcionó una escuela en forma intermitente desde casi la segunda mitad del XIX y desde principios del XX, Las Arboledas contaban con otra.
Pachi Amorós para www.elalboroquedigital.es

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