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martes, 30 de octubre de 2007

Cajón de sastre: "Don Juan"

Texto de Carmen Jara, Bibliotecaría de Ceutí
D. Juan
Para los que tenemos cierta edad, el personaje de Don Juan Tenorio, del escritor José Zorrilla, es un clásico de nuestra literatura pero también de nuestra cultura. De hecho, Zorrilla se inspiró al hacer esta obra en otras ya existentes que habían consolidado el mito de un personaje con un estereotipo que forma parte de la iconografía española y que hemos exportado a otras culturas. Tanto es así que un genio de la música como es Mozart se inspiró en él cuando creo su magnífica ópera Don Giovanni, contribuyendo así a inmortalizar este personaje en todo el mundo. También en escritores y pintores, la figura de D. Juan ha dado mucho juego sobre todo en el Romanticismo.
España no solo es conocida por la paella, la pandereta y el “ole, torero”. También tenemos uno de los personajes míticos que, junto con el Quijote, han dado a los extranjeros unas referencias sobre nuestro carácter y nuestra forma de entender la vida. Tanto D. Juan como D. Alonso Quijano han contribuido a que muchas personas en el mundo nos conozcan a través de estos personajes literarios.
Uno representa al hidalgo caballero, romántico, idealista y aventurero, el otro es el caballero conquistador, altanero, desafiante, irrespetuosos con las creencias religiosas, amigo de juergas y jaranas. Dos contrapuntos en literatura que vienen a resumir el temperamento español, o por lo menos, lo que ha definido nuestra idiosincrasia a grandes rasgos. El español afronta la vida como un quijote o como un don juan.
Cuando alguien lea estas líneas lo primero que le vendrá a la mente es que el escrito está relacionado con las fechas. Naturalmente, para que esta relación se de, uno debe tener más de cuarenta años porque de otra manera no podrá llegar a dicha conclusión. Voy a hacer algunas aclaraciones por si tengo la suerte de que esto lo lea alguien con menos edad.
Hubo un tiempo en que cuando se acercaba el Día de Todos los Santos, además de los puestos de arrope y calabazate, en muchos pueblos de nuestra región y de todo el país, se empezaba a preparar la representación de D. Juan Tenorio. La televisión, en su inolvidable Estudio1, nos ofrecía cada año, la noche 31 de octubre, esta obra. Recuerdo incluso que no me dejaban que la viera porque era para mayores. Yo me hacía la dormida tendida en el sofá y por el rabillo del ojo conseguía ver a D. Juan diciéndole a Dª Inés aquello de “…no es verdad ángel de amor…”. Cambiaban los actores que daban vida a los personajes pero no la atmósfera, ni el recogimiento, ni el anisa con que esperaba a que D. Juan pudiera decir de nuevo aquellas palabras de amor al oído de Dª Inés. Palabras, dicho sea de paso, que todos los españoles hemos repetido en alguna ocasión, sobre todo si se había consumido alguna copa de más.
Pero para nuestros adolescentes y niños, el 31 de octubre es Halloween. D. Juan tiene un reto ante sí del que no parece que vaya a salir vencedor. Y es que competir con la cultura anglosajona en estos tiempos es más difícil que hacerlo contra las estatuas que bajan de sus pedestales en un cementerio de Sevilla. Al Tenorio le va a hacer falta algo más que una espada o florete, lo que quiera que usara en sus contiendas, para poder hacerse hueco en esta sociedad donde la calabaza, el “truco o trato”, los disfraces y toda la parafernalia que esta festividad lleva consigo, pueda competir con una historia de espadachines, honores perdidos, hábitos y todo ese mundo que para las nuevas generaciones no representa nada.
Dª Inés consiguió salvar el alma de su amado D. Juan de la condenación al fuego eterno, pero no contaba con la fuerza que hoy puede tener una impertinente calabaza con ojos y sonrisa iluminada por velas que la mayoría de nosotros no sabemos qué representa, pero que ha conseguido meterse en nuestro mundo cotidiano de la mano de nuestros hijos.
Para terminar y puesto que estoy hablando del Tenorio, quiero cederle la palabra a D. José Zorrilla y dejar que sea él , a través de un poema que escribió y tituló D. Juan, el que nos describa a este icono de la literatura universal:
Tiene que es de nuestra tierra
el tipo tradicional;
tiene todo el bien y todo el mal
que el genio español encierra.
Que, hijo de la tradición,
es impío y es creyente,
es balandrón y es valiente,
y tiene buen corazón.
Tiene que es diestro y zurdo,
que no cree en Dios y le invoca,
que lleva el alma en la boca,
y que es lógico y absurdo.
Con defectos tan notorios
vivirá aquí diez mil soles;
pues todos los españoles
nos la echamos de Tenorios
y si en el pueblo le hallé
y en español le escribí
y su autor el pueblo fue…
¿ por qué me aplaudís a mi?...



1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho este artículo de Carmen,a la cual sigo.Precisamente hace un momento han tocado a la puerta unos doce niños pidiendo unos caramelos y me he tenido que disculpar por no tener nada que darles.Yo soy de esas personas que aún teniendo 29 años y haber crecido con el fenómeno anglosajón soy bastante reacia a celebrarlo y me alegro que se esciban cosas así para explicarnos tan bien por qué cada 31 de octubre nos ponían el dichoso tenorio en la tele.

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