Frase leída en mi agenda. Y qué verdad es. El Cementerio es, sin duda, uno de los lugares más bellos y serenos del mundo. Sus mausoleos, sus tumbas con el mármol dominando aquí y allá. Las flores artificiales en los jarrones de múltiples formas. Ese color amarillento en sus vetas, causados por la intemperie. Puedes pasear por sus calles mirando a un lado y a otro y sentir la paz que se respira o entrar en las zonas más nuevas, en las que a modo de edificios de apartamentos, encuentras los nichos en que se indica en cada uno de ellos quién es el habitante que estará allí por toda la eternidad.
Frases de todo tipo, fechas, fotos. Sentimiento de recuerdos hacia los seres queridos por parte de los que quedaron fuera, aunque en cualquier momento estarán formando parte del censo de la ciudad mortuoria.
Haga sol o no, chispee o llueva..., es una sensación de dulce tristeza la que se vive. Es algo similar a cuando pasas por la puerta de una iglesia y, sin saber por qué, entras y te sientas en silencio, sin pensar en nada en concreto. El olor de incienso va penetrando en tu nariz y la luz, en principio tenue, se va volviendo más intensa conforme tus ojos se acostumbran a ella. Es una luz que chispea en algunos lugares concretos por efecto de las velas que en forma de mariposas están acompañando a una imagen, en la que algún feligrés ha depositado unas monedas y ha hecho una petición.
No hace falta, repito, ni rezar ni incluso ser católico. Es la sensación de paz y de serenidad lo que te llena el alma. Fuera quedan los ruidos y el maremágnum de gente que viene y va al trabajo o al paseo.
Y sin embargo, esos dos mismos sitios, en el momento en que tienes que ir porque algún familiar o amigo ha dejado de estar con nosotros, cambia como de la noche al día. Hay tres sitios en los que me siento incómodo y triste:Un tanatorio, una iglesia en unos actos fúnebres y un cementerio cuando acompañas a un difunto a su última morada.
Y son los mismos sitios, pero tu estado de ánimo no es el mismo, es como todo en la vida. No es el sitio, no son las personas que hay en un momento determinado en él, ni mucho menos a qué se dedica una empresa o un edificio. Es el qué haces tú allí, a qué has ido, qué motivo te ha provocado asistir a un sitio. Y eso es lo que cambia tu actitud y hace que no sea lo mismo ir a un cementerio, sino el tener que quedarte en él.
Eso si no te incineran. Yo quería que lo hicieran y esparcieran mis cenizas desde lo alto de la Torre de la Catedral. Hoy me lo estoy pensando porque sería hurtarle a la ciencia un cuerpo con el que poder, como mínimo, experimentar en aras de salvar a otro u otros seres humanos.
Habrá que tomar una decisión.
SED FELICES
Frases de todo tipo, fechas, fotos. Sentimiento de recuerdos hacia los seres queridos por parte de los que quedaron fuera, aunque en cualquier momento estarán formando parte del censo de la ciudad mortuoria.
Haga sol o no, chispee o llueva..., es una sensación de dulce tristeza la que se vive. Es algo similar a cuando pasas por la puerta de una iglesia y, sin saber por qué, entras y te sientas en silencio, sin pensar en nada en concreto. El olor de incienso va penetrando en tu nariz y la luz, en principio tenue, se va volviendo más intensa conforme tus ojos se acostumbran a ella. Es una luz que chispea en algunos lugares concretos por efecto de las velas que en forma de mariposas están acompañando a una imagen, en la que algún feligrés ha depositado unas monedas y ha hecho una petición.
No hace falta, repito, ni rezar ni incluso ser católico. Es la sensación de paz y de serenidad lo que te llena el alma. Fuera quedan los ruidos y el maremágnum de gente que viene y va al trabajo o al paseo.
Y sin embargo, esos dos mismos sitios, en el momento en que tienes que ir porque algún familiar o amigo ha dejado de estar con nosotros, cambia como de la noche al día. Hay tres sitios en los que me siento incómodo y triste:Un tanatorio, una iglesia en unos actos fúnebres y un cementerio cuando acompañas a un difunto a su última morada.
Y son los mismos sitios, pero tu estado de ánimo no es el mismo, es como todo en la vida. No es el sitio, no son las personas que hay en un momento determinado en él, ni mucho menos a qué se dedica una empresa o un edificio. Es el qué haces tú allí, a qué has ido, qué motivo te ha provocado asistir a un sitio. Y eso es lo que cambia tu actitud y hace que no sea lo mismo ir a un cementerio, sino el tener que quedarte en él.
Eso si no te incineran. Yo quería que lo hicieran y esparcieran mis cenizas desde lo alto de la Torre de la Catedral. Hoy me lo estoy pensando porque sería hurtarle a la ciencia un cuerpo con el que poder, como mínimo, experimentar en aras de salvar a otro u otros seres humanos.
Habrá que tomar una decisión.
SED FELICES
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