Esta semana me he sentido vapuleado por las circunstancias. Entre la vuelta del puente y el número de accidentes, las subidas de los precios,... la bajada del barril del crudo, que no debe ser proporcional con los precios de las gasolineras, porque cuando sube, sube, pero cuando baja… ¿qué pasa? ¿Que no toca? Pues no debe ser así. Yo no he visto que la bajada haya sido equiparable al modo en que suben cuando el barril se pone por las nubes. Debe ser que ir para atrás ni para tomar carrera.
Pero el caso es que cuando echamos mano al bolsillo nos encontramos con que el dinero que tenemos vale menos. Y no menos, menos. No, bastante menos. Y hay quien dice: "Estoy a final de mes", y respondemos: "Pues yo estoy a final del mes que viene".
Y te sientas delante del televisor y dices, voy a ver qué ponen. Que como ahora hay más canales, pues hay más oferta. Ja, ja, ja. Se ve que el apagón digital se ha producido ya, pero en la mente de los que elaboran la oferta de la pantalla pequeña. Todo es repetido, todo son refritos, las películas las mismas de hace una semana, o como mucho del mes pasado.
Eso sí, una película que tenga, por ejemplo, una duración de una hora, te puede terminar ocupando dos de tu tiempo. Porque es tal la cantidad de publicidad que te colocan, que cuando vuelves no te acuerdas ni de qué iba la película siquiera.
¿Quieren más? La radio. Fórmula musical. Si nos fijamos, normalmente a la misma hora, las mismas canciones y en el mismo orden. Hombre, que hay programas que mezclan de forma aleatoria los temas. Menos mal que está Cadena Radio. Y ahí te puedes permitir disfrutar de buena música y buenos programas como La Caja de Pandora, o sobre la actualidad del cine.... Y esperen a septiembre, va a ser una bomba la programación. O eso, o deportes, o críticas punzantes y sangrantes de corte político según de qué bando se colocan. Con lo bonito que sería una información veraz y objetiva. Aunque eso siempre ha sido difícil.
Y digo yo, si nos aconsejan la ducha rápida, el ahorro con el lavavajillas, la lavadora completa siempre, el aire acondicionado por encima de 24 grados. Levanta el pie del acelerador. Consume menos…
¡Vamos a ver! ¡Que ya me cabreo! Que hay muchísima gente que no tiene de todas esas comodidades. Sí, mucha más de la que nos creemos. Que el lavavajillas y todo eso es un artículo de lujo. ¿Es que seguimos sin concienciarnos de que los privilegiados siguen siendo menos que los desfavorecidos? Que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y que nos empeñamos en ver los lujos que no podemos alcanzar y no vemos las necesidades que otros no pueden cubrir. O si no, diles a algunos padres (o padras como diría la ministra) que cuando sus hijos les pidan unas zapatillas o un chandal de marca, en qué forma le explican que son muy caros y antes hay que comer y sobrevivir. Quizá deberían invertir un poco más los gobiernos en educar a la juventud a ser más consecuente y a saber que con lo que ganan sus padres no les pueden dar todos los caprichos. Pero, como se los ponen a huevo en la tele y en cualquier sitio donde quepa la publicidad, pues ellos no lo entienden. Y deben entenderlo. Que a ese punto no llega la solidaridad que algunos preconizan y no le van a comprar la ropa a los hijos ajenos. Aunque algunos hay que hacen mucho más que eso. Pero esos, desgraciadamente, son los menos. Y, además, anónimos. Como debe ser.
SED FELICES
Pero el caso es que cuando echamos mano al bolsillo nos encontramos con que el dinero que tenemos vale menos. Y no menos, menos. No, bastante menos. Y hay quien dice: "Estoy a final de mes", y respondemos: "Pues yo estoy a final del mes que viene".
Y te sientas delante del televisor y dices, voy a ver qué ponen. Que como ahora hay más canales, pues hay más oferta. Ja, ja, ja. Se ve que el apagón digital se ha producido ya, pero en la mente de los que elaboran la oferta de la pantalla pequeña. Todo es repetido, todo son refritos, las películas las mismas de hace una semana, o como mucho del mes pasado.
Eso sí, una película que tenga, por ejemplo, una duración de una hora, te puede terminar ocupando dos de tu tiempo. Porque es tal la cantidad de publicidad que te colocan, que cuando vuelves no te acuerdas ni de qué iba la película siquiera.
¿Quieren más? La radio. Fórmula musical. Si nos fijamos, normalmente a la misma hora, las mismas canciones y en el mismo orden. Hombre, que hay programas que mezclan de forma aleatoria los temas. Menos mal que está Cadena Radio. Y ahí te puedes permitir disfrutar de buena música y buenos programas como La Caja de Pandora, o sobre la actualidad del cine.... Y esperen a septiembre, va a ser una bomba la programación. O eso, o deportes, o críticas punzantes y sangrantes de corte político según de qué bando se colocan. Con lo bonito que sería una información veraz y objetiva. Aunque eso siempre ha sido difícil.
Y digo yo, si nos aconsejan la ducha rápida, el ahorro con el lavavajillas, la lavadora completa siempre, el aire acondicionado por encima de 24 grados. Levanta el pie del acelerador. Consume menos…
¡Vamos a ver! ¡Que ya me cabreo! Que hay muchísima gente que no tiene de todas esas comodidades. Sí, mucha más de la que nos creemos. Que el lavavajillas y todo eso es un artículo de lujo. ¿Es que seguimos sin concienciarnos de que los privilegiados siguen siendo menos que los desfavorecidos? Que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Y que nos empeñamos en ver los lujos que no podemos alcanzar y no vemos las necesidades que otros no pueden cubrir. O si no, diles a algunos padres (o padras como diría la ministra) que cuando sus hijos les pidan unas zapatillas o un chandal de marca, en qué forma le explican que son muy caros y antes hay que comer y sobrevivir. Quizá deberían invertir un poco más los gobiernos en educar a la juventud a ser más consecuente y a saber que con lo que ganan sus padres no les pueden dar todos los caprichos. Pero, como se los ponen a huevo en la tele y en cualquier sitio donde quepa la publicidad, pues ellos no lo entienden. Y deben entenderlo. Que a ese punto no llega la solidaridad que algunos preconizan y no le van a comprar la ropa a los hijos ajenos. Aunque algunos hay que hacen mucho más que eso. Pero esos, desgraciadamente, son los menos. Y, además, anónimos. Como debe ser.
SED FELICES
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