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viernes, 1 de octubre de 2010

Los piquetes pasaron de largo por Ojós

El 29-S transcurrió en Ojós como un día normal. De no ser por las imágenes de enfrentamientos entre policías y piquetes que arrojaban las pantallas de televisión, algunos de sus habitantes no habrían recordado ni tan siquiera que ese día España vivía una huelga general. Mientras miles de personas se manifestaban en las calles de Murcia ó Cartagena, en el municipio más pequeño de la Región la vida seguía su cauce. Las tres tiendas de comestibles y los dos bares no dudaron en levantar sus persianas. Hasta los piquetes pasaron de largo.
«Nos sobresaltamos porque por la mañana pasaron por aquí diez o doce coches de piquetes pitando y con banderas, pero no llegaron a parar», comenta jocosa Agustina Moreno, propietaria de una de las tiendas de Ojós. «Aquí el paro no se notó nada de nada. Hay gente que yo creo que ni se enteró de que había huelga».
El sol pega con fuerza en la pequeña puerta de madera de su ultramarino. Un gato bostezando le da la bienvenida al intruso. Como esta vecina no encontró motivos para sumarse al paro general, tampoco halló razones el 29-S para echar el cierre a su negocio y siguió con su rutina diaria. «Nosotras abrimos la tienda y los clientes vinieron como todos los días», relata su compañera Isabel Avilés. «Aquí pasamos olímpicamente de estos temas».
Tampoco el bar que uno encuentra a los pocos pasos cerró la puerta este miércoles para protestar contra la reforma laboral. Varios vecinos agotan sus cafés en la barra del local. «Éste es un pueblo pequeño y la verdad es que la huelga apenas se notó. El bar estuvo abierto, el transporte se mantuvo como todos los días y los municipales hicieron su trabajo», explica Víctor Manuel Avilés.
Desde la barra del bar, su vecino Antonio remarca su respuesta con uno de los argumentos que esgrimen los vecinos para explicar la escasa respuesta a la llamada de los sindicatos. «Aquí somos pocos habitantes y aún hay menos trabajo. ¿Cómo vamos a ir a la huelga si no trabajamos?», pregunta, sin ocultar su preocupación. «Yo ya salí del pueblo a los 17 años porque no había trabajo y ahora tengo a mis dos hijos de 30 años en el paro».
El desempleo y el paulatino envejecimiento de la población le quitan el sueño a muchos de los vecinos de este municipio, enclavado en la sierra de Ricote. «Este año se han casado siete parejas y sólo una se va a quedar a vivir en Ojós. Y no acaba ahí el tema. Este año sólo ha entrado un niño nuevo en el colegio», explica alertado Antonio. «No nos dejan construir y, entonces, no hay trabajo».
En una de las escasas obras que hay en el municipio trabaja con ahínco Manuel Martínez. Él sí secundó el paro del 29-S, pero reconoce que aprovechó el día «para estar en casa». La falta de motivación de sus vecinos no le dejaba a este obrero muchas más opciones.
 
El médico pasó consulta
Pacientemente sentados en unos bancos de plástico, varios vecinos esperan su turno para escuchar el sabio consejo del único médico del pueblo. Nada de prisas ni de nervios. En el ambulatorio de salud de Ojós, al igual que el día anterior, reina la tranquilidad. Tampoco aquí la huelga general se dejó sentir apenas. «Vino menos gente que otros días, pero el médico y el enfermero pasaron consulta como un día normal», sostiene la administrativa del centro.
Desde el despacho de la farmacia del pueblo, Esteban Buendía reconoce que no. Él tampoco se sumó al paro. Los piquetes pasaron por su puerta, pero le dejaron continuar con su jornada habitual. «Aquí en estos pueblos, la cosa es muy tranquila», explica este farmacéutico, que reside en Ojós desde hace más de dos décadas. «Algunas personas mayores recuerdan que hace muchos años sí que había movimiento con las huelgas y la gente venía a decirte que no trabajaras... pero hace mucho tiempo».
Ahora, la situación es muy distinta. El mensaje de los sindicatos apenas ha hecho mella entre los vecinos de Ojós y la mayoría de ellos siente que esta batalla no va con ellos. «Aquí tenemos de todo», explica Moreno. «Lo único que nos hace falta es que haya más medios para ganarse la vida. Más trabajo».

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