EN PORTADA DE ESTE BLOG SOLO LAS ULTIMAS NOTICIAS. SI DESEAS VER NOTICIAS DE DIAS ANTERIORES, PINCHA EL ENLACE "ENTRADAS ANTIGUAS" QUE ENCONTRARAS AL FINAL DE LA ULTIMA NOTICIA DE ESTA PORTADA.

martes, 25 de septiembre de 2007

Crónicas de Ceutí: "La érmita de los santos médicos San Cosme y San Damián de Ceutí"

Texto de José Antonio Marín Mateos, Cronista Oficial de Ceutí
Tras la toma del Reino de Murcia por Alfonso X el Sabio y la donación del señorío de Ceutí a D. Gil García de Azagra (1266-1296) rico hombre aragonés y repartidor mayor del reino, pasará por fallecimiento de éste a D. Jordán Despuig (1274-1285).
A partir de estos momentos y a lo largo de varios siglos nos vamos a encontrar en Ceutí con una población muy reducida debido a la poca extensión del señorío y expuesta a permanentes peligros: contiendas nobiliarias, periodos de guerra civil, amenaza vecinal, factores que mantendrán en vilo al mudéjar ceutiense, añadiendo a todo esto los agobios económicos por el exceso de cargas tributarias.
Estas gentes vive de la agricultura, siendo los productos más importantes: trigo, cebada, esparto, lino, legumbres, viñedo, morera y más tardíamente arroz, además de rebaños de ovejas y cabras y animales de carga, especialmente mulas para el trabajo del campo y arriería.
Tras la conquista del reino de Granada por los Reyes Católicos (1492), aparece una mejora económica en los mudéjares de la Región y por supuesto en los de Ceutí, pero poco va a durar esta bonanza, pues tras la sublevación de los moriscos granadinos en 1499 y su posterior derrota, dos años más tarde se decreta la expulsión de los que no se convirtieran al cristianismo.
Los mudéjares murcianos viendo el cariz que tomaban las cosas y previendo las lógicas reacciones de los monarcas, enviaron una representación a Granada donde estaban los Reyes Católicos, ofreciendo convertirse voluntariamente bajo ciertas condiciones que los monarcas aceptaron casi en su totalidad por su carta de 21 de septiembre de 1501.
La asimilación fue lenta y más o menos fingida, pero el temor a la expulsión, a las denuncias y al Tribunal de la Inquisición, completó la obra. A partir de estos momentos, las mezquitas se convertirán en iglesias de culto católico, recibirán los sacramentos, bautizarán a sus hijos, crearán cofradías, y testarán con mandas, limosnas, misas y donaciones. Realizarán obras en las iglesias, incluso se edificarán ermitas en honor a los santos de su devoción, como es el caso de la ermita de los Santos Médicos en Ceutí, de la Concepción en Blanca, la de Santiago, Ntra. Sra. de las Huertas y San Sebastián en Ricote, la de los Santos Médicos en Abarán, la de la Soledad y San Sebastián en Ulea, o la de la Soledad de Villanueva.
No conocemos de cuando data la construcción de la ermita de los Santos Médicos, San Cosme y San Damián de Ceutí, pero ya en 1553 en el testamento de Francisco Jaén, encontramos la donación que hace a la ermita de dos reales de limosna, o la de María Asturiano, esposa de Diego Vicari en 1572 de cuatro fanegas de trigo a la mencionada ermita.
La devoción a los Santos Médicos y a su ermita debía ser grande y estar muy arraigada entre los vecinos de Ceutí, ya que a lo largo del siglo XVI y XVII, son continuas las donaciones que se hacen a los mismos, así como a las cofradías existentes: Santísimo Sacramento, Ntra. Sra. de la Concepción, y Ntra. Sra. del Rosario. Donaciones en tierras, dinero o en especies como trigo, arroz o aceite.
Así, en 1580 era Alonso de Vera el que donaba a las cofradías del Santísimo Sacramento, Ntra. Sra. de la Concepción, Ntra. Sra. del Rosario, Santos Médicos y a la ermita, media fanega de trigo a cada una.
En este tiempo, los testamentos constaban de dos partes, una relativa a lo espiritual y otra a lo material. Comenzaba con una fórmula ya preestablecida: “Estando en mi buen juicio y entendimiento natural, creyendo firmemente como creo en el misterio de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios Verdadero y en todo aquello que tiene y cree la Santa Madre Iglesia de Roma, hago y ordeno este mi testamento y última voluntad a servicio de Dios Nuestro Señor y para la salvación de mi alma…”
Seguidamente se mandaba el alma a Dios y el cuerpo a la tierra, y se señalaba el lugar donde quería ser enterrado y en algunos casos el hábito que quería vestir, así como el sacerdote o sacerdotes y cofradías que deberían acompañar su cuerpo y se mandaba pagar todo lo necesario para el entierro. Continuaba con el número de misas que había que decir por su alma, que variaban según el testador y su fortuna, incluso la constitución de pías memorias o fundaciones, es decir, dejar algún bien como tierras o casas gravado para siempre para pagar las costas de algún acto religioso. Seguidamente se mandaban entregar ciertas limosnas para las cofradías, fábrica de la iglesia, o hacia alguna devoción concreta del testador.
Tras la parte espiritual se distribuían los bienes materiales entre sus sucesores cerrando el testamento con la firma de dos o más testigos y el escribano.

En 1596 Beatriz Jaén manda que se digan por su alma el trecenario a San Amador, tres misas a la pasión de Ntro. Sr. Jesucristo, una al Ángel de su Guarda, al arcángel San Miguel dos, a Santa Mª Magdalena una, a la Santísima. Trinidad tres, a Ntra. Sra. de la Concepción una y otra a Santa Lucía. Solicita también dos misas al Santísimo Sacramento de la ciudad de Murcia y a la capilla de la Merced, así como dos misas rezadas a San Cosme y San Damián. Pide ser enterrada con el hábito de Ntra. Sra. del Carmen y que se dieran de limosna media fanega de trigo a la fábrica de la iglesia y a las cofradías existentes y cuatro reales a la ermita de los Santos Médicos.
Otras veces la petición de misas, eran perpetuas y se cargaban sobre algunas posesiones. En 1580 Alonso de Vera hace testamento ante Luis de Salinas, escribano de la villa. “Quiero y es mi voluntad que mientras viviere haga decir dos misas cantadas con sus vigilias por todos los Santos, las cuales para que se digan pague la limosna con cargo sobre el huerto de moreras que tengo en esta villa que linda con huerto de Diego Manrique, Cosme de Lorca y Alonso Faura”
Como en los casos anteriores, entrega limosnas a las cofradías de Ntra. Sra. de la Concepción, Ntra. Sra. del Rosario, Santísimo Sacramento, San Cosme y San Damián y a la ermita de los Santos Médicos, una fanega de trigo para cada una.
Estas misas perpetuas o pías memorias pasaban por lo que se refiere al pago a sus descendientes. En 1606 es Ginés López el que hace testamento ante el escribano de la villa Francisco Vidal y entre sus últimas voluntades ordena:” Quiero y es mi voluntad se diga una misa cantada con vísperas y procesión y para pagar la limosna de ello dejo un bancal de tierra blanca que tengo en el pago de Mazadar de dos tahúllas y media que linda con tierras de Diego López mi hermano y Juan Vera Crevillén. El dicho bancal con el dicho cargo lo lleve mi hijo mientras viviere y después de sus días el hijo mayor que tuviere, así en sus descendientes de mayor en mayor y en cualquier tiempo que faltase sucesor descendiente, vuelva el dicho bancal con el cargo al mayor y más cercano de mi linaje, sin poder partir ni enajenar”.
A lo largo de estos años que estamos estudiando, los Santos Médicos siguen recibiendo continuas donaciones no sólo en dinero y en trigo, sino también en arroz y en tierras.
En 1577 Isabel de Algaci, viuda de Damián Pérez, manda que le den sepultura en la iglesia de la bendita Magdalena donde está enterrado su marido y que acompañen su cuerpo las cofradías del Rosario y de la Concepción, y dona un bancal con una morera en el pago de Mazadar a la ermita de los Santos Médicos. Años más tarde (1604) era Catalina Pérez, mujer de Alonso de Almela, la que al testar ante el cura de la villa Juan Serrano, dejaba a la ermita de los gloriosos mártires San Cosme y San Damián, un bancal que tiene en la huerta de la villa en el pago de Mazadar de una cuarta y media. Manda entregar también de limosna a la fábrica de la iglesia, ermita y demás cofradías existentes 2 celemines de arroz a cada una.
En septiembre de 1613, es Diego Marín el que manda entregar a las cofradías de Ntra. Sra. del Rosario y Ntra. Sra. de la Concepción, media fanega de arroz, a la del Santísimo Sacramento cuatro celemines, a San Cosme y San Damián catorce celemines y a la fábrica trece. Donaba también a la fábrica de la iglesia y a la ermita de los Santos Médicos dos celemines de trigo y a las cofradías anteriores así como a las Benditas Ánimas del Purgatorio dos celemines de trigo.
A mediados del siglo XVII, seguimos encontrando donaciones y limosnas a la ermita, aunque el patrón de la villa es ya San Roque. En este caso es Pedro Carrillo, el que en su testamento realizado en mayo de 1652, pide ser enterrado en la iglesia de Ceutí en el sepulcro de sus padres y abuelos, que está junto a la pila del agua bendita y ser sepultado con el hábito de San Francisco. Manda entregar una tierra de tahúlla y media que tiene en la huerta de Ceutí que llaman del Baladre, que linda con tierras de la iglesia de dicha villa, que está en dos bancales, el de la parte de arriba que es el mayor para la parroquial de Ceutí y el bancal pequeño a los Santos Médicos de la villa de Ceutí con el que tengo gran devoción, teniendo que decir el cura de dicha villa una misa perpetuamente en cada un año por la festividad de Ntra. Sra. de la Concepción. Mando también que para la pascua de Navidad del año que viene se le de de limosna un cuarterón de aceite al Santísimo Sacramento de la villa y otro cuarterón a la ermita de los Santos Médicos. Siendo testigos Juan Piqueras, Miguel Mateo y Andrés Álvarez.
Por estas mismas fechas, en el testamento de Juana Rodríguez, mujer de Francisco Alcolea, encontramos además de su petición de ser enterrada en la iglesia parroquial de la villa, en la sepultura de sus padres y abuelos junto al púlpito, la entrega de una limosna a las cofradías del Santísimo Sacramento, Ntra. Sra. de la Concepción, del Rosario y San Cosme y San Damián, a Santa María Magdalena y a San Roque, a cada una media fanega de trigo de la cosecha que viene de San Juan en junio, siendo el escribano Diego Martínez.

En cuanto a la situación y lugar donde estaba situada la ermita en el pueblo, conocemos por los documentos estudiados que se encontraba a extramuros de la población .En uno de los testamentos consultados, encontramos la pía memoria que deja Juan de Vera, sobre dos misas cantadas con sus vigilias por todos los Santos, cargadas sobre un huerto cercado en esta villa, junto a la ermita, lindando con Alonso Rodríguez y la acequeta. Los huertos encontrados en los documentos, se encontraban en su mayoría cercanos a la población, algunos de ellos cercados y con árboles frutales, situándose en lo que en la actualidad es la calle Magdalena, calle los Huertos, plaza Nueva, y calles cercanas.
Para la administración de los bienes de la ermita, se nombraba un Mayordomo que debía cumplir con ciertas condiciones. En 1670 es José García, vecino de la villa el que solicita al Vicario General del Obispado, que se le expida el nombramiento como Mayordomo de la misma. La petición fue aceptada, siempre y cuando cumpliera las siguientes condiciones:
Estaría obligado a dar cuenta con pago comprobado en todo momento, de los frutos que produjese la Hacienda que dicha Ermita tenía y la correspondiente limosna recogida, debiendo llevar un libro de cuentas para ello, con partidas claras y diferenciadas, estando expuesto a ser requerido en cualquier momento por las deudas que resultasen en su contra, apoyándose simplemente en la fuerza jurídica de la presente escritura notarial, sin ser necesaria otra cualquier comprobación.
Estas condiciones fueron aceptadas en su totalidad por el peticionario, quien hipotecó para su seguridad, dos tahúllas de moreral, que lindan con tierras de Gregorio Rodríguez y dos brazales regadores, libres de censo e hipoteca, situadas en la villa, siendo testigos Alonso de Santillán, Jerónimo Ufano y D. Juan de Ortega.
En el siglo XVIII, concretamente a primeros de noviembre de 1757, en el libro realizado por D. Juan Felipe de Castaños, Comisario Ordenador de los Reales Ejércitos, por mandato del rey Fernando VI, podemos comprobar que las tierras que en estos momentos poseían los Santos Médicos, San Cosme y San Damián en la huerta de Ceutí, ascendían a catorce tahúllas y tres cuartas, situadas en los pagos de Mazadar y Pezetas, cinco de esas tahúllas plantadas de moreras, y el resto destinadas para la siembra, siendo su colono Juan Valero Linares. Estas posesiones se perderán en el siglo XIX con las desamortizaciones llevadas a cabo por el Gobierno. Desconocemos por el momento los motivos de la desaparición del culto a San Cosme y San Damián en Ceutí, y el olvido después de tantos siglos de devoción.

José Antonio Marín Mateos.
Cronista oficial de Ceutí.



No hay comentarios:

Publicar un comentario