EN PORTADA DE ESTE BLOG SOLO LAS ULTIMAS NOTICIAS. SI DESEAS VER NOTICIAS DE DIAS ANTERIORES, PINCHA EL ENLACE "ENTRADAS ANTIGUAS" QUE ENCONTRARAS AL FINAL DE LA ULTIMA NOTICIA DE ESTA PORTADA.

domingo, 23 de marzo de 2008

Pequeño relato "El día D", por Tomás Guillén Sánchez

Acabamos de recibir una nueva colaboración de nuestro amigo Tomás Guillén Sánchez, natural de Ceutí y residente actualmente en Santomera, profesor de física y química en el IES Santiago Grisolía de Callosa de Segura (Alicante).
Tomás Guillén siente pasión por la poesía, los relatos....., hoy precisamente nos envía un relato titulado "El Día D", para su publicación aquí en el Alboroque Digital, lo cual hacemos encantados. Aprovechamos para animar a todos aquellos que deseen colaborar en este diario a que lo hagan, será para nosotros todo un placer contar con estas aportaciones.

"EL DIA D" (por Tomás Guillén Sánchez)
Aquel día del mes en que amarillean las acacias, el invierno encarceló durante horas a la joven primavera. El cartero llamó al timbre seca y acompasadamente. Su cara no presagiaba nada, podría decir que era la asepsia misma:
-Buenos días, tengo para usted una carta certificada. Firme en la línea de puntos e indique su nombre y DNI.
La carta venía dirigida desde el hospital en donde me hice un chequeo que me solicitaba la empresa con la que trabajaría y de paso serviría para el seguro de la hipoteca –estos bancos siempre pensando en el cliente- Durante un tiempo no me había encontrado bien por el estrés de encontrar un trabajo estable, por la ruptura con María, por la muerte de mi padre…El chequeo me vendría bien y aprovecharía para comer sano y ponerme en forma. Ese día me encontraba mejor, más vitalista, incluso había dormido 3 horas seguidas sin pastillas y había desayunado fruta, leche y cereales como esos niños campeones de algún deporte en el colegio. Además llevaba una semana sin fumar y sólo bebía un poco de vino en las comidas. Ahora me apetecía un café cargado y amargo, ese puro Colombia que guardaba recién molido para las ocasiones y presentía que ésta sería una inolvidable. Cogí la misiva y la abrí con el abrecartas que me regaló María el día antes de abandonarme dejando una simple nota de despedida: “Llámame cuando estés dispuesto a saltar sin paracaídas”. Aún no he cambiado las sábanas porque huelen a ella. Leí para mí aquella sentencia a muerte tan escueta y formal: “Estimado señor, sentimos informarle que la prueba ha dado positiva y el diagnóstico explica todos los síntomas que usted mostraba. Quedamos a su disposición en nuestra unidad del tratamiento del dolor y cuidados paliativos. Sinceramente el doctor Tal y Tal.” Busqué un cigarrillo y donde sentarme. Una calada intensa, profunda, como si fuera la última. El análisis apuñaló toda esperanza en esta mañana fría de montes reverdecidos y floreados. El sobre blanco y timbrado cayó de mis manos y al levantar la mirada me crucé conmigo mismo frente al espejo que certificó que la muerte había firmado en mí con una despedida. El teléfono sonó como suena una campana que toca a difuntos. Del otro lado del auricular sopló una brisa cálida que me felicitaba con la voz de María por mi cumpleaños. Llené la bañera de agua caliente, muy caliente, y me desnudé para sumergirme. El sol era un cuchillo rojo por la sangre que serpenteaba en el agua tibia. Sentí un poco de frío pero no llegué a abrir los párpados. Vaya a donde vaya, eso es lo último que recuerdo.

Tomás Guillén Sánchez 2008

No hay comentarios:

Publicar un comentario