Texto de José Antonio Marín Mateos, Cronista Oficial de Ceutí
El 22 de marzo de 1876 el “Diario de Murcia” se hacía eco de un suceso ocurrido en Murcia, donde la protagonista de la historia era una chica de Ceutí. El periódico lo mencionaba como el suceso del día, y que había sido objeto de la conversación general, por ser un caso raro, aunque no único, de patología, ocurrido en una joven sirvienta del cura párroco de San Andrés.
La joven se sintió repentinamente enferma de un fuerte dolor cólico, pasado el cual sobrevino una postración, quedando como muerta a la madrugada siguiente, después de ser asistida con toda solicitud y de recibir los Santos Sacramentos.
Todo estaba dispuesto ya para el entierro, que había de ser en la tarde del jueves, cuando alguien observó con extrañeza que la amortajada joven no había perdido la flexibilidad de sus miembros, y entonces el párroco Sr. Vivancos creyó oportuno retener en su casa el cadáver mientras éste permaneciera incorrupto.
La opinión facultativa fue también esa, aunque sin dudar que se trataba de un cadáver. El hecho se divulgó por toda la población, y el Sr. Vivancos dejó libre la puerta de la casa para que la joven fuese vista por todo el mundo.
No obstante de haber desfilado ante el cadáver millares de personas y haber observado que éste no tenía de anormal más que el hecho de no haberse manifestado la rigidez ordinaria, el vulgo dio rienda suelta a sus novelarias y estupendas noticias, llegando a asegurarse que se trataba de un ángido histerismo; que la muerta había resucitado; que había pedido agua, y así por este orden infinidad de inexactitudes.
Ayer mañana, comprendiendo el párroco de San Andrés que esta situación era insostenible, puesto que el cadáver empezaba a dar señales de descomposición, suplicó del Sr. Alcalde que pasase una comisión de médicos y certificase el hecho para disponer lo que procediera.
En efecto, ayer tarde se presentó en casa del párroco una comisión compuesta de los Sres. Castillo, Serrano y Canovas, quienes después de un minucioso reconocimiento dictaminaron conforme con la certificación del Sr. Medina, hace tres días, que la joven de Ceutí estaba muerta y que procedía su entierro, lo que se efectuó poco después.
La joven finada era de muy débil temperamento y se cree que la causa del cólico fuera el haber comido unas naranjas en la huerta, yendo con unas amigas, pocas horas antes de sentirse enferma.
El Sr. Vivancos, ha dado estos días una prueba más de su caridad, con motivo de este triste suceso.
La familia de la joven ha estado velando el cadáver durante los tres días que ha permanecido insepulta, habiendo venido de Ceutí seis jóvenes con el objeto de llevarla en hombros al cementerio.
Esto es lo que de extraño ha tenido este triste caso: el hecho de no haber aparecido en el cadáver la rigidez subsiguiente a la defunción, y esto, que, como arriba decíamos, si es raro, no es único, es lo que ha sido durante tres días objeto de las más variadas invenciones
¡Que Dios haya acogido en su gloria el alma de esta virtuosa y malograda joven!
José Antonio Marín Mateos.
Cronista Oficial de Ceutí.
El 22 de marzo de 1876 el “Diario de Murcia” se hacía eco de un suceso ocurrido en Murcia, donde la protagonista de la historia era una chica de Ceutí. El periódico lo mencionaba como el suceso del día, y que había sido objeto de la conversación general, por ser un caso raro, aunque no único, de patología, ocurrido en una joven sirvienta del cura párroco de San Andrés.
La joven se sintió repentinamente enferma de un fuerte dolor cólico, pasado el cual sobrevino una postración, quedando como muerta a la madrugada siguiente, después de ser asistida con toda solicitud y de recibir los Santos Sacramentos.
Todo estaba dispuesto ya para el entierro, que había de ser en la tarde del jueves, cuando alguien observó con extrañeza que la amortajada joven no había perdido la flexibilidad de sus miembros, y entonces el párroco Sr. Vivancos creyó oportuno retener en su casa el cadáver mientras éste permaneciera incorrupto.
La opinión facultativa fue también esa, aunque sin dudar que se trataba de un cadáver. El hecho se divulgó por toda la población, y el Sr. Vivancos dejó libre la puerta de la casa para que la joven fuese vista por todo el mundo.
No obstante de haber desfilado ante el cadáver millares de personas y haber observado que éste no tenía de anormal más que el hecho de no haberse manifestado la rigidez ordinaria, el vulgo dio rienda suelta a sus novelarias y estupendas noticias, llegando a asegurarse que se trataba de un ángido histerismo; que la muerta había resucitado; que había pedido agua, y así por este orden infinidad de inexactitudes.
Ayer mañana, comprendiendo el párroco de San Andrés que esta situación era insostenible, puesto que el cadáver empezaba a dar señales de descomposición, suplicó del Sr. Alcalde que pasase una comisión de médicos y certificase el hecho para disponer lo que procediera.
En efecto, ayer tarde se presentó en casa del párroco una comisión compuesta de los Sres. Castillo, Serrano y Canovas, quienes después de un minucioso reconocimiento dictaminaron conforme con la certificación del Sr. Medina, hace tres días, que la joven de Ceutí estaba muerta y que procedía su entierro, lo que se efectuó poco después.
La joven finada era de muy débil temperamento y se cree que la causa del cólico fuera el haber comido unas naranjas en la huerta, yendo con unas amigas, pocas horas antes de sentirse enferma.
El Sr. Vivancos, ha dado estos días una prueba más de su caridad, con motivo de este triste suceso.
La familia de la joven ha estado velando el cadáver durante los tres días que ha permanecido insepulta, habiendo venido de Ceutí seis jóvenes con el objeto de llevarla en hombros al cementerio.
Esto es lo que de extraño ha tenido este triste caso: el hecho de no haber aparecido en el cadáver la rigidez subsiguiente a la defunción, y esto, que, como arriba decíamos, si es raro, no es único, es lo que ha sido durante tres días objeto de las más variadas invenciones
¡Que Dios haya acogido en su gloria el alma de esta virtuosa y malograda joven!
José Antonio Marín Mateos.
Cronista Oficial de Ceutí.
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