Perdemos a un político valiente y honesto. Íntegro y sin dobleces. Amigo del diálogo y dispuesto al consenso siempre que era necesario, hecho reconocido incluso por quienes no comparten el ideario socialista. Conocí a Jara en el año 2004, cuando estaba a punto de dejar su puesto en el Campus de Albacete para comprometerse con la nueva ejecutiva del PSRM-PSOE que lidera Pedro Saura. Su gestión y su valía profesional le precedían, y nadie puede negar que su compromiso y servicio a la Región de Murcia han sido intensos hasta el último momento.
«Podremos también con esto», me contestó el mes pasado con un SMS cuando, como tantos otros amigos y conocidos, le transmití fuerza y ánimo. Una señal más de que no estaba dispuesto a rendirse, como demostró a lo largo de su trayectoria política y humanista. Abrió puertas y ventanas para tratar de oxigenar muchos ámbitos de la política. Estuvo en la primera trinchera, en el cuerpo a cuerpo, haciendo su trabajo desde la oposición, como era su obligación, y denunciando todo aquello que él y su partido creían que debía salir a la luz, ser investigado o corregido. Ha sido un acicate para mejorar y construir. Su desaparición se suma, en un tiempo relativamente corto, a otras pérdidas de la familia socialista, como las de Antonio León, María Rosario Juaneda y Pepe Mata.
José Ramón Jara siempre iba con una sonrisa por delante. Era un rasgo que le definía dentro de un terreno, el de la política, que exige muchos sacrificios cuando se persigue un mundo un poquito mejor. Y Jara ha puesto toda su parte.
«Podremos también con esto», me contestó el mes pasado con un SMS cuando, como tantos otros amigos y conocidos, le transmití fuerza y ánimo. Una señal más de que no estaba dispuesto a rendirse, como demostró a lo largo de su trayectoria política y humanista. Abrió puertas y ventanas para tratar de oxigenar muchos ámbitos de la política. Estuvo en la primera trinchera, en el cuerpo a cuerpo, haciendo su trabajo desde la oposición, como era su obligación, y denunciando todo aquello que él y su partido creían que debía salir a la luz, ser investigado o corregido. Ha sido un acicate para mejorar y construir. Su desaparición se suma, en un tiempo relativamente corto, a otras pérdidas de la familia socialista, como las de Antonio León, María Rosario Juaneda y Pepe Mata.
José Ramón Jara siempre iba con una sonrisa por delante. Era un rasgo que le definía dentro de un terreno, el de la política, que exige muchos sacrificios cuando se persigue un mundo un poquito mejor. Y Jara ha puesto toda su parte.
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