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sábado, 20 de agosto de 2011

Abarán: Roban un Jaguar, pero se dejan un Alfa Romeo por tener la batería agotada

Salvado por los pelos. O más bien por las pinzas y su ausencia. Eso es lo que evitó que un Alfa Romeo 166 con la batería agotada engrosara el ya abultado botín que los cacos lograron la noche de ayer de una casa de campo situada en el paraje de La Asomada. El dueño de la vivienda, Pedro Gil, echó en falta nada más llegar su otro coche, nada más y nada menos que un Jaguar XL, un vehículo de gama alta que el mítico fabricante inglés deja disfrutar a quienes están en disposición de abonar previamente 60.000 euros, o lo que es lo mismo, diez millones de pesetas.
Gil -de 62 años y natural de Blanca- ya había oído tras la barra del bar que regenta en Abarán que los 'amigos de lo ajeno' llevaban más de un mes haciendo de las suyas en las viviendas rurales del Barranco Molax y La Asomada. Uno o varios grupos habían asaltado ya una decena de casas, logrando más de 15.000 euros en metálico, joyas, ordenadores y televisores. Pero en la de Gil, los cacos se encontraron con el premio gordo. El Jaguar gris permanecía aparcado frente a la puerta y -lo que es peor- las llaves reposaban en la cocina que los asaltantes -al menos tres, según fuentes cercanas a la investigación- registraron de arriba a abajo y del que se llevaron también 200 euros en metálico y dos televisores.
Así que ni siquiera tuvieron que forzar la cerradura para hacerse con el Jaguar. Junto a él, en el aparcamiento, estaba el Alfa Romeo, pero todos los intentos por ponerlo en marcha fueron infructuosos: la batería estaba agotada. Si los cacos hubieran contado en su arsenal con unas pinzas -apenas 30 euros- además de las cizallas y patas de cabra que usaron para acceder al lugar, ahora estaríamos hablando de un Romeo robado.
El suceso tuvo lugar entre las 13 horas y la medianoche, justo el tiempo que Gil pasa tras la barra de Cal-Periquín, donde no se cansaba ayer de relatar el susto y el disgusto vividos: «Cuando entré me encontré las luces de la casa encendidas, los muebles por el suelo y lo que es peor, el Jaguar volatilizado», explicaba ayer en su bar de la Gran Vía de Blanca.
El industrial blanqueño emigró cuando tenía 16 años a Villafranca del Penedés donde se ha dedicado al transporte y pastelería industrial con cierta fortuna. Hace 11 años decidió volver a su tierra y tras varios años como frutero se pasó a la barra, tras la que espera que la Guardia Civil -en cuyo cuartel de Cieza presentó la denuncia- le devuelva su querido Jaguar XL.

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